Dejamos las fabes a remojo en abundante agua fría la noche anterior.

Al día siguiente, las escurrimos y las ponemos en una olla con agua fría a cocer a fuego alto. 

Al mismo tiempo ponemos nuestras almejas a remojo en agua fría para que suelten las arenas que puedan tener

Cuando la olla con las sabes rompa a hervir retiramos la espuma sobrante y bajamos un poco el fuego.

Añadimos a la misma olla, 1 cebolla entera y dos dientes de ajo.

A partir de aquí estaremos continuamente «asustando» nuestras fabes hasta alcanzar las 2h. ¿Y qué es esto? Básicamente añadirle cada 30 min un poquito de agua fría para evitar así que se pelen.

Entonces pasados 30 min hacemos el primer «asustado», esta vez añadiendo disuelto en el agua el pimentón y el azafrán así como un poquito de sal (recordemos que las almejas ya le van a aportar el toque salado óptimo).

A los 30 min, vuelta a asustarlas, hasta hacerlo unas 4 veces durante las 2 horas de cocción.

Cuando las fabes estén listas, quitamos la cebolla y el ajo, las retiramos del fuego y reservamos.

Empezamos con las almejas. Añadimos la cebolla picadita y el diente de ajo en una sartén con un chorrito de AOVE y dejamos sofreír a fuego medio.

A los 4 minutos (aprox) añadimos la cda de harina y removemos unos minutos para que se tueste.

Pasamos a añadir el vino y un poco de agua y dejamos cocinando a fuego alto para que se disipe el alcohol.

Echamos las almejas y las tapamos hasta que se abran.

Cuando estén abiertas añadimos el perejil y dejamos cocinar unos minutos más a fuego lentillo.

Último paso: añadimos las almejas y el caldito que se ha formado a las fabes que teníamos reservadas y cocinamos a fuego lento para que se integren bien los sabores.

Y listo: a disfrutar de nuestra delicia!!